Ayer estuve de doble fiesta: una nueva edición de los premios Vogue Belleza, y encima el décimo aniversario de su celebración. Parece mentira, sinceramente, que hayan pasado ya dos lustros desde que se empezaron a realizar ¡qué barbaridad!
Lo bueno es que no sólo siguen teniendo lugar, con la que está cayendo, sino que, lejos de envejecer, se mantienen en perfectas condiciones (bueno, no podía ser menos tratándose de unos premios dedicados a los cosméticos...). La cita fue en el Casino de Madrid y allí nos reunimos tanto prensa de belleza como relaciones públicas y directivos de las marcas para ver y dejarnos ver; saludar a cuantas más personas mejor y retomar contactos.
La lista de premiados es de lo más larga y completa y, para no aburrir, os dejo el enlace a la web de Vogue donde lo explican todo con pelos y señales.
De lo que me gustaría hablar es de dos temas que comentó Javier Pascual, el consejero delegado de Condé Nast, durante su presentación. Una de ellas fue que la prensa en general ha sido uno de los sectores más perjudicados por la terrible crisis que estamos atravesando, y que espera que aún dure un año más ¡ojalá que sea menos! pero no dejó de ser optimista sobre el futuro del periodismo ¡ojalá acierte!
La otra es que Condé Nast es una empresa ecosostenible. Una muy buena noticia, creo, si pensamos en la cantidad de papel que consumen, a nivel mundial, todas sus cabeceras: Vogue, GQ, Vanity Fair... Bueno, pues ese papel procede de bosques que se reforestan, entre otras acciones.
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