Se lleva la piel blanca

Hoy es el Día de la Lucha contra el Cáncer de Piel, entre los que se encuentra el melanoma, uno de los tumores más letales que existe y, a la vez, relativamente fácil de prevenir y de curar si se detecta a tiempo. La Asociación Española de Dermatología (AEDV) lleva muchos años poniendo en marcha campañas informativas para prevenirlo, y este año ha creado una web en la que explica cómo es, cómo identificarlo y, si hay algún riesgo, tienes la posibilidad de tener una consulta gratuita con uno de los dermatólogos de la Asociación para que te haga un diagnóstico preciso.

El sol es uno de los detonantes que lo pueden poner en marcha y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, voy a dedicarme a uno de mis hobbies favoritos, como ya saben mis amigas y conocidas: hablar de lo importante que es proteger bien la piel del sol. Cuando los rayos UV atraviesan la atmósfera y llegan a la piel, pueden alterar el ADN celular y, en consecuencia, desencadenar un tumor. Para evitarlo, los melanocitos empiezan a fabricar una sustancia oscura, la melanina, que actúa como una sombrilla, protegiendo el ADN de estos daños. Es decir: estar moreno es una señal de alarma del cuerpo que indica que hay algo que nos está haciendo daño. Ni más ni menos.

Es cierto que estamos muy acostumbrados a asociar el bronceado con vacaciones, diversión, descanso, playa... Placer. Pero tendríamos que hacer como las japonesas: evitar ponernos morenas y empezar a pensar que una piel blanquita, con su color natural, es algo bonito.

Así que aquí va mi "lista de deberes" para el sol:

- Hay que utilizar un adecuado protector solar según nuestro tipo de piel. Cuanto más clara es, más alto debe ser el índice de protección que se utilice, y al revés. Aunque los primeros días de sol lo mejor es utilizar, en general, uno a partir de 30.

- Hay que aplicar el protector solar media hora antes de empezar a tomar el sol. La razón: es el tiempo aproximado que tarda en penetrar en la piel y comenzar a actuar, así que es mejor ponértelo antes de salir de casa.

- Hay que ser generoso: De media, un protector solar bien utilizado nos debe durar pocos días ya que hay que cubrir bien bien toda la piel del cuerpo

- Repetir y repetir: Cada dos horas hay que volver a echarse cremita, porque es el tiempo aproximado en que funcionan sus activos. Y siempre después de salir del agua, porque se va, y más aún después de secarse con la toalla.

- Ojito con zonas delicadas como orejas, nuca, nariz, talones... Y el pelo: no duele, pero también se quema, así que es imprescindible utilizar un protector capilar y, para que el cuero cabelludo no se achicharre (me ha pasado y no os imagináis como duele...) hay que utilizar un sombrero o gorra.

- También en la ciudad, en el campo y en la nieve: El sol "rebota" en la arena, el asfalto, los cristales y la nieve, y puede quemar o provocar daños en la piel.

-Y, al llega a casa, un post solar, para calmar, refrescar y cuidar la piel castigada por el sol.

De todas formas, evitar ponerse moreno no quiere decir que haya que dejar de tumbarse en la playita a descansar, relajarse y disfrutar. No se me olvida, ni mucho menos, lo bueno buenísimo que es el sol para el cuerpo, el humor y la vida en general, así que prometo otro post especialmente dedicado a lo importante que es disfrutar de él (pero sin jugártela).