lunes, 28 de mayo de 2012

Tabaco, caca

Ayer fue mi cumpleaños y quiero hacerme un regalo muy particular: dejar de fumar. Es la enésima vez que lo intento, así que para tratar de conseguirlo de una vez por todas he decidido comentarlo aquí, a ver si al contárselo a todo el mundo lo logro por fin.

Además, así aprovecho para contar lo malo malísimo que es el tabaco para la piel. Y puedo hablar por propia experiencia, porque la vez que conseguí dejarlo durante más tiempo (algo más de un año), donde más lo noté fue precisamente en la piel. De verdad, más que respirar mejor, oler más o disfrutar de la comida, lo que más lo agradeció fue mi cutis. Estaba menos apagado, más luminoso, los tratamientos me hacían más efecto. Y, en general, me veían mucho mejor.

Realmente, el tabaco es uno de los mayores enemigos de la piel y de la estética en general, por muchos motivos. Uno de ellos es que limita la cantidad de oxígeno que llega a la sangre, con lo que el cutis está menos oxigenado, lógicamente. También actúa como vasocontrictor, es decir, reduce el flujo sanguíneo, con lo que la dermis recibe menos alimento.... Y, por si fuera poco, puede agravar uno de los grandes caballos de batallas de la inmensa mayoría de las mujeres: la celulitis.

Otro de sus inconvenientes: influye negativamente en la síntesis de colágeno, por lo que es más fácil que aparezcan arrugas, descolgamiento y haya un envejecimiento prematuro. De hecho, según la Asociacion Española de Dermatología y Venereología (AEV), las mujeres fumadoras tienen tres probabilidades más de tener arrugas que las mujeres que no fuman.

Y, hablando de arrugas, el mero hecho de dar una calada obliga a fruncir los labios de una forma muy particular y nada natural. Consecuencia: después de cientos, miles... (mejor no pensar que tal vez millones...) de caladas, es más que probable que el "código de barras" que afea el labio superior sea más marcado. Y no hay que olvidarse de que muchas veces el humo obliga a guiñar los ojos para evitar que entre en ellos: es decir, más patas de gallo....

Además, mancha los dientes, hace que amarilleen y estén muy feos. Sin olvidar, claro, el mal olor que genera no sólo en la boca, sino también en el pelo, la ropa y el cuerpo en general. Vamos, que es un desperdicio utilizar un perfume si luego vas a fumar.

Así que en cuanto me acabe el último cigarrillo del paquete que tengo a medias, se acabó lo de fumar. Y, cuando me entre un ataque de ansiedad, echaré un vistazo a este post... A ver si lo consigo.

2 comentarios:

  1. Que digo yo, que igual que el tabaco hace esto, el humo de los coches, calefacciones, aires acondicionados y tal será también bastante dañino, pero nadie comenta nada... :S

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  2. Hola!!!
    Tienes razón, también son terriblemente dañinos para la piel ¡escribiré sobre ello!

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