¿A quién no le ha pasado
alguna vez que llega el día de su santo, cumpleaños, aniversario, etc., etc.,
etc. y le regalan un perfume? Un perfume que, por desgracia, muchas veces no te
gusta nada en absoluto. Eso es lo que yo llamo un perfume "Pongo" porque
¿cuando me lo pongo? Nunca. ¿Dónde lo pongo? en algún sitio donde no estorbe
mucho... Una lástima.
Ante estos "pongos",
yo tengo dos opciones. Una es muy clásica: se lo regalo a mi madre. Con ella no
hay problema ¡porque todos le gustan! Le encanta ir perfumada a todas horas.
Así que con el paso de los años se ha hecho con una tremenda colección de
perfumes de todo tipo ¡la última vez que los conté tenía 29! Así que para que
pudiera cambiar todos los días del mes, le regalé otros dos ¡encantada de la
vida!
Mi otra solución es algo más
radical: lo utilizo como ambientador. Esto, que en principio, puede ser una
burrada, bien pensado no lo es tanto. Los perfumes huelen a flores, a frutas, a
especies... Además, van cambiando según van pasando las horas, desvelando
siempre alguna nota nueva. Así que lo que hago es vaporizarlos por toda la casa
para que huela a manzana, a granada, a hoja de tomate (realmente es una
delicia), a lirios, a gardenias... O lo pongo en flores secas, empapándolas muy
muy bien para que cojan el olor y lo vayan desprendiendo poco a poco. Puedes
estar segura de que ninguna otra casa olerá tan bien como la tuya.
El otro tipo de
"Pongos" es más difícil de manejar. Porque con ellos ocurre al
contrario: son perfumes maravillosos, que te hacen suspirar de placer en cuanto
los abres (como mi Nuit de Cellophane, de Serge Lutens). Pero con tanto
carácter que no los puedes llevar todos los días para ir a trabajar. Así
que surge de nuevo la pregunta ¿Cuándo me lo pongo...? Cuando vaya a una cena
especial, a algún compromiso tipo boda, bautizo o similar... Es decir, tres o
cuatro veces al año, poco más.
Y eso si que es una desdicha,
porque los perfumes tienen una vida efímera: al cabo de los cinco años,
empiezan a perder alguna de sus notas más delicadas, va cambiando su
composición y, aunque sigue oliendo bien, ya no es el mismo. De hecho ¿no os ha
pasado alguna vez que, después de utilizar durante muchos años un mismo
perfume, al ir a comprar otro nuevo, habéis pensado "Ya no huele igual..."?
Si, si que huele igual que cuando te compraste el primero, pero lo que ha
pasado es que se ha "estropeado", ha perdido alguna nota y por eso lo
notas diferente.
En estos casos, mi solución es
otra: Me lo pongo por la noche, cuando me voy a la cama. Un par de gotitas en
la muñeca, y me duermo disfrutando de ese perfume que tanto me gusta
¡Pruébalo!
Debemos ser almas gemelas!!!!! Tengo perfumes de Guerlain q he terminado usando como ambientador, ahora está en mi baño el de Limon Fresca de la AA. Y con los "especiales" los uso cada noche, después de la ducha (si no salgo), me pongo par de gotas y feliz como una perdiz!
ResponderEliminartambién tengo uno q ya huele a "antiguo", pero me da pereza gastarlo por lo bien q huele y lo mucho q me identifico con él. Debería comprar uno nuevo, pero qué caros están!!!!! Si han subido el precio una barbaridad! se trata de Ormonde Jayne, una pequeña casa británica muy cool. Los primeros los compraba a 56 libras, ya van por 70 libras los 50 ml. Q mala es la crisis!!!!!
Gracias a "Carla Bulgaria" por descubrirme tu blog.
Saludos!
hola, Arnaldo!!!
Eliminarencantada de conocerte, me ha encantado encontrar a alguien que disfrute tanto con los perfumes como yo ¡y gracias por descubrirme esa marca de perfumes, no la conocía!!!
besos
Un placer usarlos como exquisito ambientador y una verdadera delicia iniciar el sueño con unas gotas de ese perfume maravilloso no apto para una maratoniana jornada.
ResponderEliminarBuena idea.
Es un auténtico placer ¿verdad? Sobre todo si piensas que, así, les estás alargando la vida
ResponderEliminarBesos
Raquel