viernes, 27 de abril de 2012

Una clase magistral

Hace unos meses fui a la presentación de la renovada línea de tratamiento facial de Zelens, una marca creada por el doctor Marco Lens, uno de los grandes especialistas mundiales en cáncer de piel y en envejecimiento. En esa presentación nos surgieron un montón de preguntas al doctor y, como no daba tiempo a que nos contestara a todas (cuando nos ponemos preguntonas, no hay quien nos pare...), nos propusieron que volviera más adelante a España a darnos una conferencia magistral. Todo un lujo, la verdad.

Dicho y hecho. La cita fue en Slow Life House, uno de mis centros preferidos de Madrid, y a ella acudimos un grupo de periodistas especializadas que, boli en ristre, nos pusimos a tomar nota de todo lo que nos contó. Estas son algunas de sus explicaciones.

El envejecimiento es un proceso multifactorial que depende en un 60% de los genes, y en un 40% de las influencias medioambientales. A raíz de estos datos ha surgido una nueva ciencia, llamada Epigenética, que estudia la interacción entre los genes y el medio ambiente, una tendencia que cada vez tiene más peso en el mundo de los tratamientos de belleza y, por supuesto, en la lucha contra el paso del tiempo.

Un ejemplo de esta estrecha relación entre los genes y el ambiente es la senescencia o envejecimiento celular. Desde 1961 se sabe que las células se reproducen un número determinado de veces y después muere. Hay varios factores que influyen en este envejecimiento celular, entre los que se encuentran dos: los telómeros y el daño celular. Los telómeros, que están determinados genéticamente, son unas terminaciones de los genes que se van acortando a medida que la célula se reproduce, y cuando se acaban, muere. Curiosamente, las personas que tienen los telómeros largos suelen tener más lunares, pero envejecen más despacio y tienen menos osteoporosis.


En cuanto al daño celular, existe una proteína, la P53, que es prácticamente indetectable en una piel normal, pero que se dispara cuando existe, por ejemplo, daño solar. Esta proteína "decide" si una célula dañada se repara o, por el contrario, debe morir. Si una célula está poco dañada, se repara. Si está muy mal, se destruye. Pero si se ha producido un daño intermedio pueden pasar dos cosas: que se repare parcialmente, con lo que se vuelve senescente, es decir, envejece. O que se repare mal, con lo que se puede convertir en una célula maligna. En resumen: la P53 es un auténtico salvador de la piel frente al envejecimiento celular y, lo que es más importante, frente al cáncer.

Os cuento todo esto no sólo porque personalmente me parece muy interesante, sino por otra razón. Y es un ejemplo de cómo el mundo de la cosmética, aunque tiene una apariencia muy frívola, tiene también una gran base científica, una constante investigación detrás, para intentar descifrar los mecanismos que actúan en la piel para entender porqué envejecemos, nos salen manchas o se nos desploma todo a partir de cierta edad.

Se venden sueños: belleza, una piel más suave, las lisa, más uniforme, unos colores bonitos... Pero también se vende ciencia, investigación, salud... Y que nos sintamos mejor en nuestra piel.

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