miércoles, 6 de abril de 2011

Y dura, y dura, y dura...

Uno de mis grandes vicios es llevar las uñas pintadas. Tienen que ser algo cortitas, porque como ando siempre dándole a la tecla, si las dejo crecer demasiado parezco una gata loca aporreando el teclado. Pero al menos procuro limarlas con frecuencia para que no se astillen (nunca, jamás, bajo ningún concepto se te ocurra cortarlas con unas tijeras, se te abrirán y estarán más frágiles) y que tengan una forma bonita.

También me encanta cambiar de color y experimentar con nuevos tonos. Esta primavera, por cierto, está super de moda una gama que casi nunca se utiliza con el buen tiempo: el gris. Desde el más oscuro a los acabados metálicos y nacarados, está demostrando que puede ser la alternativa perfecta para otros más clásicos como el rosa y el rojo ya que da un interesante toque sofisticado a las manos.

Bueno, el problema con el que me encuentro es muy sencillo: si llevo las uñas de un color llamativo ¿cuánto duran? Un par de días, tres con suerte. Y, claro, vienen los obligados retoques. Una de dos: o hago la chapuza de aplicar una capa extra para disimular los desperfectos al menos un día más, o tengo que volver a pintármelas de nuevo, algo complicado porque no suelo tener tiempo entre semana para tirarme un rato largo dejando las manos tranquilas.

Lo bueno es que he descubierto una manicura que dura ¡hasta dos semanas! Si, increíble pero cierto. Se trata de un nuevo esmalte que dura casi tanto como unas uñas de gel, y se seca en un momento. Eso sí, por ahora sólo está en centros de belleza y peluquerías. Se llama Shellac, de CND (por cierto, otra marca que también lo tiene es Professionails), y el proceso es muy sencillo. Después de limar, pulir y dar forma a la uña, se aplica una capa base que se seca en una lámpara especial. Luego se añaden otras dos capas de color (secando cada una durante un par de minutos) y, por último, una capa de brillo. Lo más impactante es que, en cuanto sacas las manos de la lámpara, ya puedes tocarte el pelo, subir o bajar una cremallera, contestar al teléfono o coger el bolso ¡que el esmalte ni se inmuta!

Tengo que reconocer que durante los días que lo llevé puesto hice todas las trastadas posibles para ver si aguantaba bien ¡y lo hizo! Eso sí, como las uñas me crecen muy deprisa, tuve que ir a quitármelo un poco antes de las dos semanas. Porque esa es una de las cosas que tiene Shellac: no te lo puedes quitar tu, tienes que ir a que te lo retiren con acetona pura.

Sobre todo lo encuentro perfecto para el verano y llevar las uñas de los pies impecables durante todo un mes, porque como crecen menos que las de las manos, aguanta muchísmo más.

Os dejo un vídeo para que conozcáis mejor a Shellac:

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