martes, 12 de abril de 2011

Saca tus polvos al sol

El frío y el mal tiempo dejan ya de amenazarnos y ¡por fín! se acerca el momento de sacar del fondo del neceser uno de los productos de belleza que más nos gustan: los polvos de sol. El mero hecho de abrir esa grande polvera, de ver sus infinitas partículas brillantes y, al menos para mí, disfrutar de su delicado olor, es como abrir una ventana al verano.



No conozco a casi nadie que no los haya utilizado alguna vez (bueno, miento, mi madre no los ha descubierto aún, pero conociéndola, en cuanto caigan unos en sus manos va a parecer que acaba de llegar del Caribe, lo se). A lo que iba; no se que tienen los polvos de sol que en España nos vuelven locas. Somos unas de las mayores consumidoras de este producto a nivel mundial y, lo que es mejor, sabemos utilizarlos bastante bien.

La verdad es que no es muy difícil sacarles un buen partido. Como ocurre con todo lo que tiene que ver con el maquillaje, el paso previo tiene que se una perfecta limpieza, una buena hidratación y, de vez en cuando, una ligera exfoliación para tener el cutis liso y preparado para sacarles partido.

Deja pasar unos minutos después de aplicarte la crema de día antes de ponerte los polvos, para que se distribuyan bien y no te queden pegotes. Muy importante una buena brocha, ancha, con un mango grueso, y si es posible de cerdas naturales, para disfrutar aún más del gesto. Pásala por toda la superficie de los polvos de sol, especialmente si tienen diferentes matices, y sacúdela ligeramente en el borde del envase para retirar el exceso de producto.

A la hora de aplicártelos sobre la cara tienes varias opciones: o bien pasar la brocha por todo el rostro, para conseguir un tono dorado y luminoso homogéneo, o bien centrarte en zonas específicas que quieras iluminar, como los pómulos, la frente, la barbilla o los párpados.

Elegir el color adecuado es tan importante como saber aplicarlos bien. No debes dejarte llevar por el deseo de verte más morena de lo que te pones habitualmente, sino buscar un matiz similar al que consigues después de una semanita de playa.

Precisamente cuando empieces a estar morena es cuando los polvos de sol se convertirán en tus mejores amigos. Recurre a ellos desde el primer día, para cubrir pequeñas imperfecciones y zonas que no se hayan bronceado bien aún, para lograr un tono más homogéneo.


Y extiéndelos también por el cuello y el escote. Incluso puedes darte un toquecito extra por los hombros y la espalda, si los vas a llevar al descubierto y ¿por qué no? hasta por las piernas.

1 comentario:

  1. vale, si, soy de las que me encantan los polvos de sol... incluso en invierno

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